A eso de las once y media salieron los navarros a darnos una lección magistral, todo un ejemplo sobre cómo saltar al escenario de una Porta Caeli con una entrada 'mediocre' y convertirlo todo en una gran noche de rock. Sin artificios, sin tatuajes a la vista, sin parafernalias. Sólo tres tipos haciendo música, no necesitan más.
Gorka Urbizu es el estandarte y único representante de la banda original, pero la renovada formación nos hizo olvidar eso enseguida, demostrando su destreza con los instrumentos y su entrega a partes iguales. Es como si Berri Txarrak hubieran sido siempre esos tres tíos que teníamos ante nosotros. Conectaron con el público desde el minuto uno, y con Izena, tercera en sonar, ya nos tenían a todos en el bolsillo.
Algo parecido sucedería poco después con Zertarako amestu + Berba eta irudia, o con Denak ez du balio, con el bajista, enorme en todo momento, haciendo las veces de Tim McIllrath. Da gusto ver tan de cerca a una banda que cree en lo que hace de esa manera. No importa si de vez en cuando alguna nota o algún tono no sale perfecto cuando eres capaz de componer y ejecutar melodías dotadas de tanta fuerza y capaces de transmitir tanto.
Poco después llegaron los bises para acabar de poner las primeras filas patas arriba y finalizar una actuación soberbia. Quizá fue la Final de Copa, quizá que andamos muy jodidos de pasta, pero estos tíos se merecían mejor entrada, y ya sabemos que esto es Valladolid y aquí llenan los de siempre, pero esperemos que los Berri no tarden otros 6 años y pico en volver.
David Izquierdo